martes, 29 de mayo de 2012

31.

-¿Sabes cuál es tu problema?
Ella está sentada en el suelo, bebiendo té y mirando sus fotos. Yo estoy de pie en medio de la habitación, bebiendo cerveza. Por supuesto no sé cual es mi problema.
-Tu problema es que no eres alguien con quien se pueda contar. No estás en las fotos.
-¿Qué fotos?
-No importa qué fotos porque no estás en ninguna. En las fotos sólo estoy yo. Como si éstos, fueran sólo mis viajes.
Miro las fotos extendidas en el suelo y efectivamente no parece que esté en ninguna.
-Busca un poco. Recuerdo que en Hanoi me hiciste una foto. Debe de estar por algún lado. Y en el avión. Me hiciste una foto en el avión. De eso estoy seguro.
-Aquí está- dice ella-, tengo una foto tuya, dormido en un avión. Eso es todo. Es como si estuviera viajando sola.
-Pero no estás viajando sola. Yo estoy aquí aunque no esté en las fotos.
-Estás aquí, cierto, pero ¿por qué no estás en las fotos? ¿te has parado a pensarlo?
-No me gustan las fotos.
-Te gustan las mías.
-Las tuyas sí. No me gustan mis fotos.
-Ése es el problema, ¿lo entiendes ahora?
-No.
-Tu problema es que dentro de muchos años podrás negarlo todo, porque no habrás dejado pruebas. Y esto me hace dudar de la fe que tienes, ahora, en nosotros.
-Hay algo que se me escapa.
-¿Qué?
-Bueno, en realidad, todo. ¿Quieres hacerme una foto?
-No quiero hacerte una foto. Quiero que estés en las fotos. Quiero que dejes de luchar por no estar en ellas. Quiero verte a mi lado, en Tokio, dentro de un montón de años.
[...]

Tokio ya no nos quiere, Ray Loriga

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